El origen oculto del cronómetro  

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El cronómetro es una de las categorías de relojes más antiguas, la cual prevalece en la actualidad. Usar su función de cuenta atras puede ser muy sencillo si solo se posee un teléfono móvil. Puede que esta misma generalidad de uso en todo el mundo, haga que las personas devalúan esta categoría especial de reloj. Sin embargo, no hay por qué hacerlo, pues es una de las expresiones de relojería más elevadas. ¿Por qué decimos esto?

Historia del cronómetro 

El inicio de este longevo artefacto de remonta al año 1816, época en la que se creó el “compteur de tierces” o contador de tercios, este fue un reloj inventado por Louis Moinet de París. Hombre conocido como el padre de la medición del tiempo de alta frecuencia, ya que su cronógrafo (el primero en todo el mundo) fue un invento pionero de las altas frecuencias.

El cronógrafo tenía un equilibrio que latía a 216.000 vibraciones por hora, lo que representaba 30 Hz (algo inimaginable para la época). Para su tiempo, el compteur de tierces fue el instrumento más preciso de su periodo, midiendo el tiempo con seis veces más precisión que la norma, siendo este, una de las más grandes contribuciones a la relojería moderna.

No obstante, por mucho tiempo se creía que el inventor del cronometro era el frances Nicolas Mathieu Rieussec, quien fabrico un cronometro para el Rey Luis XVIII en el año 1821. El rey Luis, tenía como interés las carreras de caballos y deseaba conocer cuánto se tardaba en correr una carrera, por lo que quería un reloj capaz de ayudarlo con esto. Ahí fue cuando a Rieussec se le ocurrió su cronógrafo. Pero Louis Moinet había inventado la función de reinicio medio siglo antes para su Compteur de Tierces.

¿Cómo se descubrió el origen? 

Hasta 2012 se creía que Rieussec era el inventor del cronómetro. Año en el que se llevó a cabo la subasta de Christie’s en el Four Seasons Hotel de Bergues de Ginebra, donde se dio a conocer un reloj desconocido, el cual era un compteur de tierces, fabricado por un tal Louis Moinet de París, cuya firma del dispositivo databa de 1816.

Este fantástico descubrimiento de la relojería, fue comprado en la subasta por Jean-Marie Schaller, director ejecutivo de la empresa de relojes Moinet, en un valor de $67.443. Un valor muy superior al precio estimado de 3.000 a 5.000 francos suizos (US $ 3.300 a US $ 5.400).

Un valor nada exagerado si se toma en cuenta que tenía características que no se reinventaron durante décadas o incluso un siglo después. Este estaba fabricado en latón dorado y esmerilado, tenía la apariencia de un reloj de bolsillo y el movimiento de barril y fusible de 13 joyas estaba puesto en placas completas de cuatro pilares. Además, utiliza un escape de cilindro de acero y rubí con una balanza foliot y pesos de ajuste de platino.

No cabe duda, que el compteur de tierces es una maravilla artesanal que salió a la luz, para darle tributo a la historia de los cronómetros.

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